”Ya no sos cipote de hacer mandados”. Esa sería la frase literal, de algo que vendría a ser como que ya no eres un niño para hacer ciertas tonterías. Y esa era la forma en que mi madre me arengaba por desaciertos elementales e infantiles, como les llamaba ella, cuando este servidor, siendo ya universitario e incluso hombre casado y con una hija en mi haber, caía en esas distracciones de libro. Juzgadas al instante por la abogada Medina, que nunca fungió como juez en su vida laboral, pero en el hogar Rodriguez Medina, sí le entusiasmaba la idea de la toga, peluca y mazo, para dictar sentencia en el acto.

Así actuamos muchos de nosotros con jugadores que sólo conocemos por la Play Station , las crónicas de los programas deportivos o por seguirles en redes sociales (cosa que yo no hago ni con Messi), tan fácil les llevamos al Olimpo, los sumergimos en el hades semana a semana.

Aquí es donde quiero hacer referencia a quien me movió hacer este artículo: Ousmane Dembélé, 22 tiernos añitos, a esa edad sin terminar aun carrera yo esperaba a mi primer hijo y me preparaba para insertarme en el mercado laboral por meterme a “cosas de hombre”, como le decimos acá. Pero en el caso de Ousmane, no ha sido así, el tiene el GT o Gods touch; juega para el mejor equipo del mundo, gana en un año lo que yo muy probablemente no gane en toda mi vida productiva, todo esto jugando al fútbol en mesas de billar el 95% de veces, viajando en primera clase con nutricionistas y médicos de primer orden, aún si entrena a doble horario, disfruta de largos y reparadores descansos, y ni hablar de la cobertura mediática de su figura, con la que paralelamente puede generar ingresos. En fin, aburriría si continúo a quien se dignó a leer este artículo, porque Ousmane disfruta de un cielo llamado Barcelona.

Todo esto llega muy rápido para muchos jugadores, pero a mí me interesa Ousmane. Pieza de un conjunto que me ha transmitido a lo largo de mi vida grandes alegrías como también decepciones, pero en el balance viene a ser como mi familia lo feliz que me han hecho solo hace que los lunares sean anecdóticos. Retomando… No se puede gastar un pastizal y esperar que un crío, hijo de inmigrantes que abandonaron su país por un mejor destino, con amistades no del todo correctas, grado académico escaso, hábitos de adolescente malcriado, se encarrile el solo, ganando 9M más incentivos, al año. Lo más seguro es que pase lo contrario ,que se crea un semidiós por patear un balón sólo el 30% de las ocasiones que le corresponden, levantando trofeos que otros sudaron más del triple que él para conseguirlos, y que encima se auto descarte para un partido que puede reconducir el mal arranque liguero, dando un golpe en la mesa. Independientemente de mi opinión y la de ustedes sobre Lahoz, me pregunto: ¿qué necesita decirle a un volátil colegiado un jugador, cuyo equipo ya gana por goleada, a escasos minutos del final?,  ¿Qué necesidad hay, habiendo metido un gol hermoso, pese a sus innumerables pérdidas de balón?. Y repito: ¿qué diantres necesita decirle, carajo?.

La directiva tiene que tomar partido de una manera más activa, con una unidad formativa obligatoria por contrato, si gustan disfrácenla para aprender el idioma, pero hagan algo con los que llegan de afuera, con especial énfasis en los de menos de 25 al club, ya conociendo previamente innumerables detalles que usted y yo desconocemos, debería no hacérseles difícil fortalecer las áreas de mejora. En fin. Los jugadores son personas ante todo, pero también activos y cuando no traen amueblada la cabeza es necesario que alguien los reprenda y les recuerde: ¡¡¡QUE YA NO SON CIPOTES DE HACER MANDADOS!!!.

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